Medellín, 20 de noviembre de 2019
Abre tu boca en favor del mudo, por la causa de todos los abandonados, abre tu boca, juzga con justicia y defiende la
causa del mísero y del pobre. (Proverbio 31,8-9)
COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA
Asunto: intensificación de hechos violentos y asesinatos a civiles, una realidad que no cesa en el
Bajo Atrato Chocoano
“La realidad del conflicto social y armado que vivió la región del Bajo Atrato de 1995 al 2005 sigue
casi igual, las comunidades confinadas, desplazadas, asesinatos frecuentes, presión a las
autoridades étnicas, despojo territorial, se intensifica la presencia de todos los actores armados, y
el control territorial y social por estos actores es casi el mismo. Igualmente, el comportamiento de
negación de la existencia y poca acción efectiva de las diferentes instancias del Estado y Gobiernos
de esta problemática es el mismo”. ¿Qué deben esperar las comunidades? ¿Deberán esperar las
comunidades las mismas consecuencias del periodo entre 1995 y 2005 que son públicamente
conocidas y que al día de hoy no se superan y por el contrario se agudizan?
Los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María- Colombia y Venezuela y la Fundación
Promoción Claretiana para el Desarrollo en Colombia y Venezuela (PROCLADE COLVEN), expresan
su profunda preocupación y solidaridad con el sufrimiento que padecen las comunidades rurales del
Bajo Atrato, generado por la violencia que se sigue ensañando sus territorios ancestrales. Hemos
tenido presencia en este territorio desde 1969 hasta la fecha, hemos caminado junto con estas
comunidades, testigo de todos los momentos de sus realidades, durante todo este tiempo hemos
acompañado sus historias y proyectos de vida.
El acuerdo de paz fue acogido en estas zonas abatidas por el conflicto armado con una alegre y
optimista esperanza; pero este sueño colectivo ha durado muy poco, empezando por la lenta e
ineficiente implementación del mismo, y hoy estas poblaciones del territorio chocoano,
experimentan nuevamente la persistencia de factores desestabilizadores de la paz, entre ellos: la
ausencia de la presencia social del Estado, la amenaza y asesinato de líderes sociales, la presencia
de nuevos grupos armados ilegales, la incertidumbre y el temor ante el riesgo de reclutamiento
forzado de las y los jóvenes tal como lo reflejan las alarmantes cifras de 152 jóvenes recuperados
en el departamento del Chocó, Antioquia y Córdoba1
, la imposibilidad de un retorno seguro y en
condiciones dignas para las cientos de familias que abandonaron forzosamente sus tierras a finales
de la década del 90. A todo esto se suman de manera preocupante el control social y territorial por
parte de actores ilegales quienes solicitan los censos comunitarios a cabildos indígenas y consejos
comunitarios, el secuestro y lamentable asesinato de los funcionarios de la Unidad Nacional de Protección el pasado martes 11 de noviembre, al parecer, en el marco de sus labores como escoltas
de líderes sociales del territorio.
Hay razones para la desesperanza, pero también para demandar del Estado, su compromiso con la
seguridad de cada uno de los ciudadanos, su compromiso con la paz y en particular el cumplimiento
con el acuerdo de paz.
Expresamos nuestra preocupación como iglesia que históricamente hemos caminado junto a las
comunidades y acompañamos sus proyectos colectivos de vida, que no exista una estrategia del
Estado y el Gobierno para que el Estado de Derecho impere en este territorio y por el contrario son
los actores ilegales quienes imponen su ley bajo la mirada omisiva y permisiva de la institucionalidad
de los diferentes niveles, realidad que presenciamos entre 1995 y 2005.
La crisis humanitaria que vivió este territorio en el pasado es de las más tristes y duras del país y no
se puede permitir que las mismas estrategias que se impusieron en el pasado para despojar la gente
de su tierra, para el control del narcotráfico, para el tráfico de armas y personas, la vinculación de
los jóvenes a la guerra y para someter social, económica y políticamente a las comunidades se esté
repitiendo sin una acción de contención efectiva del Estado. Estas estrategias dejaron: miles de
desplazados, centenares de muertos, territorios despojados, economías ilegales que se impusieron,
muchas lideres amenazados y organizaciones comunitarias que se debilitaron y otras que las
acabaron.
Por lo anteriormente expuesto, y en nombre de quienes defendemos la vida como don supremo de
Dios. Es urgente que el Estado avance en:
1. Control del territorio desde el punto de vista de la inversión social.
2. Entrega efectiva de los territorios de los que han sido despojadas las comunidades y sus
autoridades étnicas y garantizar que los despojadores abandonen al territorio.
3. Evitar el acaparamiento del territorio por actores armados ilegales y evitar que las fuerzas
militares del Estado sean permisivas con la presencia de estos y mucho menos el actuar
conjunto.
4. Es necesario el respeto de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
5. Implementar los planes de vida y etnodesarrollo de las comunidades.
6. Fortalecer los mecanismos de autoprotección que tienen las comunidades
7. Capturar y judicializar a los responsables de conductas delictivas en la zona y mandar un
mensaje que los delincuentes no tendrán más cabida en este territorio y la impunidad no
será su respaldo.
GOBIERNO PROVINCIAL DE LOS MISIONEROS CLARETIANOS DE LA PROVINCIA COLOMBIA VENEZUELA.
1 Noticia del 12 de noviembre emitida por CM& UNO sistema informativo “ Ejercito ha recuperado 152
menores reclutados por grupos armados en Antioquia, Córdoba y Chocó”
https://noticias.canal1.com.co/nacional/ejercito-ha-recuperado-152-menores-reclutados-por-gruposarmados-en-antioquia-cordoba-y-choco/
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