“Si el migrante no es tu hermano, Dios no es tu Padre”
En la semana de la celebración de San Antonio María Claret, los Misioneros Claretianos de
América queremos ofrecer nuestra palabra sobre la grave crisis humanitaria que nuestras hermanas y
hermanos hondureños están viviendo y que se expresa en el dramático “éxodo” iniciado la semana
pasada en su país hacia Estados Unidos.
Nos sentimos profundamente conmocionados ante las escenas de miles de hondureños
huyendo de su patria porque en la misma no han encontrado las opciones para desarrollar sus vidas
con dignidad.
Los Misioneros Claretianos presentes en Honduras somos testigos que, desde hace varias
décadas, nuestros hermanos y hermanas emigran huyendo del empobrecimiento, el hambre, el
desempleo y la violencia. Razones que lógicamente tienen su raíz más profunda en la desigualdad,
fruto de la corrupción y de leyes injustas que favorecen a un grupo cada vez más reducido de
hondureños.
Hemos sufrido con el pueblo sus luchas por la soberanía de sus territorios y el respeto a su
autodeterminación ante empresas mineras e hidroeléctricas. También hemos llorado con ellas y ellos
la criminalización y el asesinato de sus líderes, entre ellos el caso de Berta Cáceres. Nos ha indignado
el sistema de justicia, lento en las causas de los pobres y rápido con los que ostentan el poder
económico.
Hemos sido testigos del golpe de Estado del 2009 y del progresivo resquebrajamiento de la
institucionalidad a partir de este evento político y que se agudizó con las elecciones del año pasado,
seriamente cuestionadas en su legitimidad por organismos internacionales, generadoras de masivas
manifestaciones de repudio en todo el territorio nacional y más de 35 asesinatos que todavía
permanecen impunes.
No es casualidad este “éxodo hondureño” sino el resultado de una propuesta de nación que
ha fallado y un Estado que siguió las demandas del capital, desoyendo el clamor por la justicia y las
necesidades de su pueblo. El modelo económico basado en las industrias extractivas, el monocultivo
y la proliferación de las maquilas ha sido un rotundo fracaso y, lejos de desarrollar al pueblo, lo ha
precarizado, lo ha empobrecido y lo ha esclavizado.
Además de intensificar la oración por estos hermanos y hermanas, desde nuestras
agrupaciones, movimientos, organizaciones, iglesias e instituciones gubernamentales o no,
promoveremos iniciativas a todos los niveles para cuidar la integridad física de este pueblo,
garantizando sus derechos como personas que huyen de la violencia del hambre, el desempleo y el
crimen.
Desde el Equipo de Solidaridad y Misión y nuestra presencia en la ONU, nos comprometemos
con nuestras hermanas y hermanos migrantes a continuar dando seguimiento a estos y otros temas
relacionados con el cumplimiento de los convenios internacionales en materia de Derechos Humanos
y protección a los migrantes y refugiados.
Por tanto, como misioneros comprometidos con la justicia y la paz de nuestros pueblos
queremos;
- Invitar a todos los actores de la sociedad hondureña y de la comunidad internacional, que tienen en sus manos revertir este camino de ignominia, a que no cierren sus entrañas al real sufrimiento de los miles de hondureños que se han visto obligados a abandonar su país buscando en otras tierras lo que en la propia se les ha negado, ofreciéndoles soluciones integrales y humanitarias.
- Solicitar a los gobiernos de Guatemala, México y Estados Unidos a no criminalizar a los migrantes ni tampoco a aquellos que han decidido hacerles el camino más fácil. Migrar no es un delito. Migrar es un derecho. La solidaridad es un imperativo ético.
- Llamamos a los Medios de Comunicación a ser fieles portavoces de estos gritos y sufrimientos, evitando tergiversar los hechos, manipular las interpretaciones o directamente invisibilizar esta grave crisis.
- Instar a los Estados a que se respete el derecho a asilo para quienes lo requieran y se garantice el principio de “no-devolución”. Además de un trato diferenciado para personas vulnerables como lo son las niñas, los niños, mujeres embarazadas, enfermos y personas de tercera edad.
- Instar a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y a la OEA a realizar un seguimiento consecuente, comprometido y crítico de esta situación.
- Invitar a todas las Congregaciones Religiosas a pronunciar una palabra de denuncia y esperanza, que sean compañía
- Invitar a todos los cristianos y cristianas que tiene a Dios por Padre a que no le cierren su corazón a las hermanas y hermanos migrantes. Unidos a nuestro apoyo material para aliviar su hambre, sed y cansancio brindémosles nuestro tiempo, amistad, escucha y servicio. (Cf. Mt 25). Y en especial invitar a las Iglesias locales por donde pasa esta caravana, a que abran las puertas de sus edificios y de sus corazones.
Nos unimos a la voz del Papa, de las Conferencias Episcopales de Honduras, Guatemala y México
y a los diversos comunicados de organizaciones como el SICSAL, el Servicio Jesuita a Migrantes
(SJM), el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), los Misioneros Scalabrinianos, etcétera, que claman, de
diverso modo, pero al unísono, por solidaridad con los migrantes.
Esperanzados, creyendo en la humanidad y en que otro mundo es posible y necesario, a los
veinticinco días del mes de octubre del año 2018.
EQUIPO DE SOLIDARIDAD Y MISIÓN MISIONEROS CLARETIANOS DE AMÉRICA
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