MISIONEROS CLARETIANOS DE AMÉRICA (MICLA)
-Aporte
al XXV Capítulo General-
Desde la II Asamblea
Ordinaria de MICLA en Ballenita, Ecuador, celebrada del 14 al 17 de abril de
2015, hacemos llegar este aporte y sentir de cara al próximo Capítulo General
de la Congregación.
1. Cada Organismo ha podido
hacer llegar ya su aporte correspondiente al Capítulo según la dinámica que se
nos pedía de las cuatro preguntas. Vemos necesario tener en cuenta todo el trabajado realizado estos años en la
Iglesia y en la Congregación: Sínodos, Evangelii Gaudium, Cartas Circulares, Taller
en Colmenar Viejo de Teología para
nuestra misión, Encuentros continentales promovidos por el Prefecto general de
apostolado, etc.
2. El Capítulo General debe centrarse en nuestra misión como claretianos,
en actualizar la MCH. Necesitamos acordar el modo de entender la misión, enfocarla
adecuadamente, fieles a nuestro origen carismático: misión compartida, servicio
misionero de la Palabra, “missio intergentes”, misión profética. Y este modo de
entender la misión debe ser principio de encuentro y comunión, debe marcar
nuestra espiritualidad y modo de leer la Palabra, determinar nuestro estilo
comunitario de vida, orientar los procesos formativos y la reorganización de
los organismos y de la economía. Este modo de entender la misión nos hace mirar
otros escenarios: la política, la economía, la ecología, las culturas, la
defensa de la vida. El servicio misionero de la Palabra, por ejemplo, se ha
enriquecido con las distintas hermenéuticas.
3. Nos insertamos con frecuencia en la
vida del mundo y de la Iglesia de manera vaga y ambigua, sin tener en cuenta el
modo de ser y actuar propio. Necesitamos dar con un esquema de comprensión de nuestra
misión y expresarlo en una especie de proyecto
congregacional. Proyecto que nos ayude a ir saliendo de la dispersión y de
la ambigüedad, defina los rasgos mayores de nuestro estilo de vida misionero y
nos concentre en pocas prioridades en las que especializarnos: la animación
bíblica y la solidaridad profética, por ejemplo. Proyecto que, con todo esto,
haga más significativa nuestra presencia en el mundo y en la Iglesia. Tal vez
tenemos que equilibrar nuestra manera de vivir la misión, y pasar de un estar
en muchos lugares y abarcar geográficamente a un resaltar más nuestras
prioridades y aportes específicos desde donde estemos. Apoyamos que estas
prioridades se impulsen desde Secretarías generales, no necesariamente con sede
en Roma, como la Secretaría bíblica, para impulsar el trabajo en equipo de toda
la Congregación en estas áreas.
4. El rasgo más significativo
de nuestra vida misionera tiene que ser siempre el estilo comunitario. Va pasando el tiempo en que la misión nos
exigía estar solos para estar más cerca de la gente y abarcar más geográficamente.
Hoy caminamos hacia comunidades más numerosas, pero que saben trabajar en
equipo, con sus miembros más especializados en las prioridades
congregacionales. Comunidades cuyos miembros son más itinerantes, fruto de su
dedicación a una prioridad que lo va especializando. Nuestra
misión claretiana exige vivir la comunidad, estando abiertos a la
corresponsabilidad para el cumplimiento de la misión, viviendo la amistad y la
caridad desinteresada entre personas de distinta edad, condición, raza o economía.
Nos exige tener criterios más claros, por ejemplo, para los destinos
intercontinentales. Queremos convertir nuestras comunidades en escuelas de
misión, comunión y formación.
5. El enfoque adecuado de
nuestra misión y la vida comunitaria, el proyecto congregacional del que
hablamos, deben orientar nuestra
espiritualidad y nuestros procesos formativos, tanto iniciales como
continuos; deben ser principio de discernimiento, de animación pedagógica y
núcleo que renueve nuestra vocación y promueva nuevas. Nuestra misión claretiana exige vivir como consagrados,
centrados en nuestra vocación. Debemos seguir impulsando la pastoral vocacional
y preocuparnos por acertar con el proceso formativo de los misioneros: que sea
integral, que ayude a la madurez, en comunidad, desde experiencias concretas, que
enseñe a trabajar en equipo. Proponemos mayor atención y motivación a la espiritualidad
y formación permanente: desde nuestras prioridades, por franjas de edades.
6. La reorganización de los organismos de la Congregación, los
destinos a la misión universal y la economía deben responder a ese proyecto
congregacional y potenciarse desde ese modo adecuado de entender la misión: más
itinerante según las prioridades, no tan atado a lo territorial, en comunicación
de personas y de bienes. Debemos trabajar desde un proyecto misionero
congregacional con un horizonte claro para que todo proceso de reorganización
tenga sentido. Debemos poner todos los recursos al servicio de la evangelización
y dar testimonio personal y comunitario de pobreza. Necesitamos ser más
creativos para hacer viable el trabajo en nuevos equipos itinerantes desde
nuestras prioridades; hacer transferencia de patrimonios a lugares de misión
más necesitados.
P. Mario Gutiérrez Medina, cmf P. Rosendo Urrabazo, cmf
Presidente de MICLA Vicepresidente P. Ismael Montero, cmf P. José Vidal Pérez, cmf
Vocal Secretario Ejecutivo